Era una
mañana soleada como tantas que tenemos en mi tierra en primavera pero no era
una mañana cualquiera, era especial, una de esas mañanas que preceden a la
llegada de Mi Amo y como siempre antes de un encuentro con EL me sentía
excitada, nerviosa, expectante, impaciente por su llegada.
Mientras
preparaba todo lo necesario y recordaba las instrucciones que mi Amo me había
dado para ese día una frase suya resonaba en mi mente….”Mi perra, mañana iremos
de visita”… esa frase me resultaba especialmente inquietante…. No podía dejar
de pensar en a quien íbamos a visitar y aunque mi mente podía imaginarlo temía
preguntarme que podría suceder allí.A media tarde Mi Amo llegaba a recogerme, iba vestida tal como EL me ordeno con un vestido muy corto y escotado, medias de rejilla, liguero, sujetador de los que dejan mis pechos descubiertos y solo realzan mi busto, mi sexo como siempre descubierto pues tengo prohibido el uso de bragas o tangas salvo que expresamente me indique lo contrario, el plug joya ocupaba mi culo como era obligatorio siempre que saliera con Mi Amo y unos zapatos de tacones interminables. En mi cuello un elemento indispensable que forma parte constante de mí, “Su collar”.
Subí al coche excitada y nerviosa, EL me miró, tomó mis mejillas con su mano haciéndome abrir ligeramente la boca….me besó intensamente mientras con su otra mano inspeccionaba mi sexo, mis rodillas estaban separadas pues me está prohibido juntarlas en su presencia, sacó sus dedos de mi coño y los introdujo en mi boca … ”perra, estás mojada”, Mi Amo sabía que sería así pues solo pensar en EL me hace estar excitada, chupé sus dedos que sabían a mi coño de perra, relamiéndolos y deleitándome en dejarlos completamente limpios, me gusta el sabor de mi coño de perra en sus dedos.
Durante el
trayecto hablamos de cómo había transcurrido los días que habían pasado desde
nuestro anterior encuentro, me moría de curiosidad por saber dónde me llevaba y
sobre todo a quien íbamos a ver y que iba a suceder allí, pero sabía que no
debía hacer preguntas.
Tras un
corto viaje llegamos a la entrada de un chalet situado en una lujosa
urbanización del sur, noté que esperaban nuestra llegada puesto que la verja de
entrada se abrió automáticamente sin que Mi Amo avisara de su llegada,
detuvo su coche cerca de la puerta de entrada, me pidió que abriera la guantera
y me pusiera los cuffs de cuero en mis muñecas y tobillos, me bajara y me
desprendiera de mi vestido, así lo hice y me quedé de pie, desnuda solo con la
lencería y los zapatos, esperando con mis manos atrás... EL había ido a aparcar
bajo un techado a la sombra, la puerta de entrada a la casa estaba a pocos
metros, un corto camino de bonitas baldosas me separaban de ella….. aunque no veía a nadie más, allí inmóvil y
desnuda, me sentía observada. Tras unos interminables minutos de espera Mi Amo
regresó, traía la correa en su mano y la sujetó a mi collar, vendó mis ojos con
un pañuelo de seda negro y me ordenó colocarme a cuatro patas, sentí como la
correa tiraba de mí y empecé a caminar a cuatro patas como la perra que soy,
guiada por la correa de Mi Amo, escuche como se abría la puerta de entrada,
otra vez sin llamar…..tras cruzar un pequeño escalón pude oír la voz de dos
personas que saludaban muy cordialmente a Mi Amo, era la voz de un hombre y una
mujer…”Hola Luis, un placer volver a verte” dijo ella…. “veo que traes un buen
ejemplar de perra” dijo él.
Nos
adentramos en la casa mientras seguía los pasos de Mi Amo que tiraba de mi
cadena, de pronto se detuvo y me dijo “perra, colócate de pie con las piernas
separadas y las manos en tu nuca”, obedecí rápidamente como siempre hago. Allí
de pie, expuesta para ellos, comenzaron a inspeccionarme, no podía ver nada
puesto que seguía con la venda en mis ojos, mi Amo comentaba y respondía sus
preguntas a cerca de mi formación y adiestramiento como perra y sobre los límites
en mi uso (yo no tengo límites para Mi Amo), mi cuerpo se estremeció al notar
como unos dedos acariciaban mi coño y se introducían en él, otras manos tocaban
mis tetas….sabía que no era Mi Amo, conozco bien su manos, Mi Amo me ordenó
inclinarme hacia adelante apoyando mis manos en las rodillas….quedé con el culo
expuesto y sentí como separaban mis nalgas…”veo que su culo está bien
entrenado” dijo el hombre….”bonita joya anal” dijo ella.
Tras unos
minutos Mi Amo me hizo avanzar unos pasos y colocarme de rodillas, entonces me
quitó la venda de mis ojos, estaba en un elegante salón de estilo victoriano,
frente a mi había tres sillones de cuero negro, en el de más a la izquierda
estaba el hombre, vestido elegantemente con traje, su edad debía estar en torno
a los 50 años, notaba como su mirada recorría mi cuerpo y eso me hacía sentirme
nerviosa. En el centro justo frente a mí se sentaba ella, sin duda una mujer
muy bella y elegantemente vestida….”baja la mirada perra” dijo ella mientras Mi
Amo ocupaba el tercer sillón, mire discretamente a Mi Amo, este me hizo un
ligero gesto de aprobación y obedecí la orden de ella.
Durante los
siguientes minutos asistí inmóvil casi petrificada por los nervios a la
conversación donde se discutían las condiciones de mi “alquiler”….si, mi
alquiler.
Sabía que
ese momento del que tantas veces me había hablado Mi Amo llegaría algún día y
ese día que temía a la vez que deseaba había llegado. Temía ese día porque ser
alquilada era para mí tal vez lo más humillante que podía hacerse conmigo, “ser
alquilada como una puta perra de uso y castigo” …contradictoriamente lo deseaba
porque suponía cumplir uno de los más oscuros deseos de Mi Amo para los cuales
estaba siendo formada y adiestrada. Mi Amo me había dicho que si aceptaba mi
entrega total a EL, seria formada como SU esclava al máximo nivel y entre otras
cosas incluía mi formación como “puta perra de uso y castigo”, advirtiéndome
que la palabra “puta”no sería siempre un mero adjetivo o fantasía morbosa sino
que era algo que cuando el decidiera se haría real. No se trata de una cuestión
de dinero, nada más lejos, se trata de que como su esclava sin límites debo ser
llevada a los extremos más humillantes y duros que EL decida y ser alquilada
era uno de esas situaciones extremas a las que sería sometida. Yo acepté mi
entrega total, sin límites e irreversible, sabía que este momento, tarde o
temprano, llegaría ya que a lo largo del tiempo junto a Mi Amo fui
comprendiendo, entendiendo y asimilando en qué consistía ese morbo y lo que al
principio solo me producía rechazo y temor se había transformado en deseo sin
que el temor desapareciera sino más bien se incrementara, había comprendido que
como esclava debía ser humillada, usada, castigada y esa era una de las prácticas perfectas para hacerlo.
Seguía allí
de rodillas…desnuda….con la mirada baja como se me había ordenado, escuchando
como Mi Amo ultimaba con los “clientes” los detalles de mi alquiler, no
hablaban de cantidades, al parecer esto se había tratado previamente y ambas
partes estaban de acuerdo, no parecía ser algo importante para ninguno de ellos
salvo por el significado de pagar por mi uso. Por lo que pude oír Mi Amo les
había enviado un dossier que contenía aspectos sobre mi preparación y las
practicas a las que podrían someterme si me alquilaban y cuales no estaban
permitidas, EL estaría siempre presente durante mi uso y castigo permaneciendo
al margen siempre que no se traspasaran los limites pactados los cuales según
pude comprender luego no eran demasiados. Mi Amo también se reservaba el
derecho a intervenir si consideraba que el trato era excesivamente duro y que
mi resistencia estaba tocando su límite.
Mi
respiración agitada me delataba, tenía miedo, me sentía una mercancía que iba a
ser comprada por unas horas para satisfacer los placeres más perversos y
sádicos de aquella pareja, me sorprendí a mí misma excitada por el morbo de
saber que lo que se iba a hacer conmigo y como estaba a un paso de ser
realmente una “perra de alquiler”. Ella se levantó, tomó mi correa y dirigiéndose a Mi Amo y su pareja dijo…”vayamos a la sala de castigos, es hora de ver si esta perra vale lo que hemos pagado por ella”, mi culo se movía contoneándose mientras caminaba a cuatro patas por el pasillo que conducía a esa estancia que llamaban “la sala de castigos”, la mujer iba delante tirando de mi con la cadena, en ocasiones dando algún tirón, detrás de mi podía oír los pasos de Mi Amo y el otro hombre, sentía que mi cuerpo y particularmente mi culo eran observados.
Al cruzar
la elegante puerta de doble hoja que daba acceso a la estancia pude contemplar
ante mí una impresionante sala de castigos con un completísimo equipamiento,
casi no podía observarla bien puesto que no se me había autorizado a levantar
la mirada, por un instante sentí la tentación de suplicar a mi Amo que me
sacara de allí, fue solo un flash producto de mi miedo, sabía que suplicar no
me serviría nada más que para ganarme un castigo posterior por mi debilidad y
además sentía que lo que iban hacer conmigo era para lo que había sido
instruida y por lo tanto así debía ser, debía entregarme sin resistencia y
asumir lo que soy “una puta perra de alquiler”.
La mujer se
desprendió de su elegante traje que dejó caer al suelo dejando a la vista su
escultural cuerpo ceñido por un corset de cuero negro que dejaba libre sus
pechos, un mini tanga de cuero cubría su sexo, medias negras de licra y unos
botines cortos de tacón muy alto y afilado completaban su atuendo, su imagen
era tan bella como inquietante. Ella me
ordenó levantarme y desprenderme de mi lencería y zapatos quedándome totalmente
desnuda…solo arropada por mi collar y cuffs, me tomó del pelo con fuerza, mientras
Mi Amo observaba la escena sentado en un cómodo sillón en un lateral de la
sala, el hombre se había desprendido de su elegante chaqueta y su camisa tenía
desabrochados varios botones, sujetó los cuffs de mis muñecas a una polea en el
techo elevando mis brazos hasta estirar mi cuerpo…. Ella sin soltarme del pelo
me susurró al oído “¿sabes puta? Vas a sufrir mucho, tu placer no nos importa
nada, mi marido y yo somos bastante sádicos y hemos pagado por ti para hacerte
sufrir”…la punta de su lengua recorrió mi mejilla como si se tratara de un
pastel que deseara saborear, un escalofrío recorrió mi cuerpo colgado del techo,
estirado, solo la punta de mis pies tocaban el suelo, el hombre se dirigió a una
pared donde varias fustas y otros elementos para azotar colgaban de sus
soportes, comencé a temblar ligeramente al comprender que en breve iba a ser
azotada…(Continuará)
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